Hemos llegado a cumplir una gran meta que teníamos como objetivo desde la Asamblea General de 2017, de Actualizar nuestro DIRECTORIO GENERAL DE ECONOMIA (Proposición N° 21), y que hoy lo hemos logrado, gracias a Dios y a los esfuerzos en conjunto con la comunidad.
Sin embargo, en un mundo en el que los niveles de pobreza aumentan a escala mundial y prevalece la desigualdad, es urgente aspirar a un sistema económico justo, capaz de responder a los desafíos más radicales a los que se enfrentan la humanidad y el planeta. No se trata simplemente de ‘tener más’, sino de ‘ser más’. Lo que se necesita es una profunda renovación de los corazones y de las mentes para que la persona humana pueda estar siempre en el centro de la vida social, cultural y económica.
Además, un sistema económico sin preocupaciones éticas no conduce a un orden social más justo, sino a una cultura de los consumos y de los residuos. Por el contrario, cuando reconocemos la dimensión moral de la vida económica, que es uno de los muchos aspectos de la doctrina social de la Iglesia, que debe ser plenamente respetada, solo así seremos capaces de actuar con caridad fraterna, deseando, buscando y protegiendo el bien de los demás y su desarrollo integral[1].
Es por eso, que Nuestro Directorio General de Economía, no pretende dar una visión completa sobre la administración económica y financiera de Nuestra Sociedad y menos aún sobre la inmensa realidad de nuestro patrimonio que sobrepasa el aspecto humano y material y nos ayuda alcanzar la plenitud en Dios.
Dice la Escritura (Hch 4, 32-35), “la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y un espíritu. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían en común. Los apóstoles daban testimonio de la Resurrección del Señor Jesús con gran poder. Y gozaban todos de gran simpatía. No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe de las ventas, y lo ponían a los pies de los Apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad”.
Sin embargo, teniendo en cuenta lo anterior, les invito a continuar firmes y fuertes, a pesar de nuestras flaquezas y limitaciones, nos comprometeremos a realizar nuestra misión a imagen de Nuestros Modelos y Patronos, la Virgen María y los Apóstoles que jugaron un papel fundamental en la Iglesia.
Me resta solamente agradecerles y felicitarlos por todo el trabajo y esfuerzo realizado. Pues sin su empeño, no hubiéramos alcanzado el objetivo que nos habíamos trazado. Muchas gracias, Dios les colme de muchas bendiciones y cuentan siempre con mis oraciones.
DECRETO DE APROBACIÓN
DEL DIRECTORIO GENERAL DE LA ECONOMÍA
ENTRA EN VIGOR DESDE EL
15 DE AGOSTO DE 202
