¿Eres feliz o infeliz? O más bien:
¿Tienes actitudes positivas o negativas hacia ti mismo, los demás y los acontecimientos?
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Te dejo en paz.
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Te doy mi paz, dice Jesús.
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No lo doy como el mundo lo da.
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Que vuestros corazones dejen de estar turbados y temerosos (Juan 16:27).
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Os lo digo para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa (Jn 15,11).
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Desbordo de alegría en todas nuestras tribulaciones (2 Cor. 7:4).
Hoy en día escuchamos a menudo que hay que ser positivo para obtener mejores resultados; ser positivo en cualquier circunstancia no siempre es fácil, pero para muchas personas es un verdadero deseo ser positivo.
El ser humano ya no es capaz de encontrar a su alrededor su necesidad vital de amar y ser amado. La verdadera presencia humana se vuelve bastante rara en una sociedad tan estructurada como la nuestra: el individuo es sólo un número entre muchos. Por un lado, vemos a los explotados y por otro a los explotadores.
Cuando no encontramos la paz interior, la inseguridad nos invade y huimos de la realidad, tratando de marearnos. Es un reflejo inconsciente que nos ayuda a olvidar nuestras preocupaciones; es este miedo a la realidad el que nos dirige hacia soluciones artificiales y más fáciles.
El mundo necesita la verdad y ya no sabe dónde encontrarla; sus reacciones agresivas y autodestructivas son prueba de ello. Ignorando los inagotables recursos que hay en su interior, el ser se reduce al uso de alcohol, drogas, pastillas, distracciones de todo tipo, para mantenerse en un precario equilibrio.
Si el ser no despierta, su ignorancia de las realidades y los valores lo hundirá en la decadencia: la ignorancia de las realidades y los valores humanos y divinos. Yo también digo "divino", es decir:
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Ver con los ojos de Dios: eso es la fe,
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Para seguir adelante con la fuerza de Dios: esto es la esperanza,
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Amar con el corazón de Dios: esto es la caridad.
Estas realidades y energías divinas las poseemos todos, pero desgraciadamente las utilizamos poco o nada.
Tal vez las reflexiones puedan arrojar luz sobre nuestras propias actitudes y llevarnos a corregirlas si es necesario.
Primero, un consejo:
No te fijes sólo en el anverso de un bordado, mira también el reverso. Sólo con mirar estos pequeños hilos rosas, verdes o amarillos, que se cruzan y se vuelven a cruzar en una especie de revoltijo, me parece extraordinario porque sé que, del otro lado, da hermosas flores finamente dibujadas. Además, quien tiene fe acepta ser moldeado por las personas, por los acontecimientos de la vida, los éxitos y los reveses, porque sabe que el artista divino, el Espíritu Santo, quiere hacer de cada uno de nosotros obras maestras diferentes entre sí, pero todas ellas maravillosas como lo fueron Jesús y su madre María.
Padre Eusebio MENARD