PAPA FRANCISCO: LOS ABUELOS SON EL PAN QUE ALIMENTA NUESTRA VIDA
Ver, compartir y conservar: tres palabras inspiradas en el Evangelio de Juan que el Papa Francisco quiso aplicar a nuestra actitud hacia los abuelos y los ancianos, en su homilía de la misa celebrada en la primera jornada dedicada a ellos, el domingo 25 de julio, en la Basílica de San Pedro. La homilía fue leída por el Arzobispo Rino Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, haciendo un llamamiento a una nueva alianza entre generaciones.
En esta jornada dedicada a los abuelos y a los ancianos, en su homilía leída por monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, el Papa Francisco quiso centrarse en tres momentos del Evangelio de Juan: Jesús que ve el hambre de la multitud; Jesús que comparte el pan; Jesús que recomienda que se recojan los trozos que sobran. "Tres momentos resumidos en tres verbos: ver, compartir, conservar".
No existe una multitud anónima
Viendo. Así comienza el milagro, con la mirada de Jesús que no es indiferente ni está ocupado, sino que siente las punzadas del hambre que asola a la humanidad agotada, subrayó el Santo Padre.
De hecho, es en los ojos de Jesús donde vemos la mirada de Dios: "Es una mirada atenta que nos ve, que escudriña las expectativas que llevamos en el corazón, que ve el cansancio, el agotamiento y la esperanza con la que seguimos adelante", desarrolló el Obispo de Roma, precisando que en los ojos de Dios "no hay una multitud anónima, sino cada persona con su hambre". "Jesús tiene una mirada contemplativa, capaz de detenerse ante la vida del otro y leerla", recordó.
La mirada atenta y tierna de los abuelos
Y el Papa aseguró que esta mirada es la que han tenido los abuelos y los ancianos en nuestras vidas, "es la forma en que nos han cuidado desde nuestra infancia". "Después de una vida a menudo hecha de sacrificios, no han sido indiferentes ni han estado ocupados sin nosotros. Han tenido ojos atentos, llenos de ternura", añadió Francisco, recordando que todos pasamos por las rodillas de los abuelos, que nos estrecharon en sus brazos. "Y es también gracias a este amor que nos hemos convertido en adultos.
Los abuelos están hambrientos de nuestra atención
Y el Pontífice preguntó: ¿y nosotros, ¿cómo miramos a los abuelos y a los ancianos? ¿Cuándo fue la última vez que hicimos compañía a una persona mayor o la llamamos por teléfono para expresarle nuestra cercanía y sentirnos bendecidos por sus palabras?
"Sufro cuando veo una sociedad que corre, ocupada e indiferente, absorbida por demasiadas cosas e incapaz de detenerse para una mirada, un saludo, una caricia", se lamentaba el Sucesor de Pedro.
"Tengo miedo de una sociedad en la que todos somos una multitud anónima y ya no somos capaces de levantar la vista y reconocernos. Los abuelos, que han alimentado nuestras vidas, están ahora hambrientos de nosotros: de nuestra atención, de nuestra ternura. Para sentirse cerca de ellos. Levantemos los ojos hacia ellos, como hace Jesús con nosotros", instó el Santo Padre, antes de explorar el segundo verbo, "compartir", abogando por una nueva alianza entre generaciones.
El tesoro de la tradición, la frescura del Espíritu
"Hoy necesitamos una nueva alianza entre jóvenes y mayores, para compartir el tesoro común de la vida, para soñar juntos, para superar los conflictos entre generaciones para preparar el futuro de todos", ahondó el Pontífice argentino, advirtiendo que, sin esta alianza de vida, de sueños y de futuro, "corremos el riesgo de morir de hambre, porque aumentan los lazos rotos, las soledades, los egoísmos, las fuerzas destructivas".
"Hoy necesitamos una nueva alianza entre jóvenes y mayores, para compartir el tesoro común de la vida".
"Jóvenes y mayores, el tesoro de la tradición y la frescura del Espíritu. Jóvenes y mayores juntos. En la sociedad y en la Iglesia: juntos", preguntó el Papa, llegando a la tercera palabra clave.
Conservar y custodiar con cuidado
Para vigilar. Después de haber comido, el Evangelio menciona que sobraron muchos trozos de pan. Y Jesús recomienda: "Recoged los trozos sobrantes, para que no se pierda nada" (Jn 6,12). "Así es el corazón de Dios: no sólo nos da más de lo que necesitamos, sino que se preocupa de que no se pierda nada, ni siquiera un fragmento", aseguró Francisco, insistiendo en que un pequeño trozo de pan puede parecer poco, pero a los ojos de Dios no hay que tirar nada. "Razón de más para no rechazar a nadie.
Se trata, pues, de una invitación profética del Papa: "recoged, conservad con cuidado, guardad". "Los abuelos y los ancianos no son restos de la vida, desechos que hay que tirar", afirmó el Papa, al contrario, son esos preciosos trozos de pan que han permanecido en la mesa de nuestra vida, que aún pueden alimentarnos con un agradable olor que hemos perdido, "el agradable olor de la memoria".
La fabulosa memoria de los mayores