Enero 2021

 

Nube de hongos sobre Japón en 1945.

 

Dos fechas que representan una advertencia indeleble para la humanidad. El 6 y el 9 de agosto de 1945 se lanzaron dos bombas atómicas sobre Japón. Momentos después de estas explosiones, las ciudades de Hiroshima y Nagasaki fueron invadidas por espantosas nubes tóxicas y devastadas por montones de víctimas y escombros.

 

Estas escenas desgarradoras siguen siendo el trágico telón de fondo de los llamamientos realizados por los Sumos Pontífices en las últimas décadas. Palabras y oraciones que sólo conducen a un horizonte esperado: el del desarme nuclear.

 

Francisco, por supuesto, renovó esta exhortación, sumando su propia voz a la de sus predecesores. Al final de su viaje apostólico a Japón en noviembre de 2019, a bordo del vuelo Tokio-Roma, el Papa reafirmó cómo "el uso de las armas nucleares es inmoral". "Esto debe incluirse en el catecismo de la Iglesia católica; no sólo el uso, sino también la posesión, porque un accidente o la insensatez de un dirigente, la insensatez de uno puede destruir a la humanidad", añadió.

 

El Santo Padre también hizo un llamamiento al desarme mundial durante la audiencia general del 20 de enero de 2021. Refiriéndose al Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares, explicó que es el "primer instrumento internacional jurídicamente vinculante que prohíbe explícitamente las armas nucleares".

 

Pío XII: Sólo quedará el grito de la humanidad...

La Segunda Guerra Mundial muestra, antes de su epílogo, el trágico poder que puede alcanzar la energía nuclear en el ámbito militar. La bomba atómica, como señaló el Papa Pío XII el 8 de febrero de 1948, es "el arma más terrible que la mente humana haya concebido jamás". El 24 de diciembre de 1955, en su mensaje de Navidad a todo el mundo, el Papa Pacelli describió con impresionante precisión "el espectáculo que se ofrecería al ojo horrorizado" tras el uso de las armas nucleares: "Ciudades enteras, incluso entre las más grandes y ricas en historia y arte, destruidas; un manto negro de muerte sobre el material pulverizado, cubriendo a innumerables víctimas con miembros quemados, retorcidos y dispersos, mientras otras gimen en la agonía de la muerte.

 

Juan XXIII y el mundo al borde del abismo

El 25 de octubre de 1962, pocos días después de la apertura del Concilio Vaticano II, el mundo parecía estar al borde de la Tercera Guerra Mundial. Moscú y Washington están a punto de utilizar la bomba atómica. Desde los micrófonos de Radio Vaticano, el Papa Juan XXIII lanzó un llamamiento para evitar el conflicto tras la crisis de los misiles de Cuba: "Con la mano en la conciencia, que escuchen el grito angustioso que, desde todas las partes de la tierra, desde los niños inocentes hasta los ancianos, desde los individuos hasta las comunidades, sube al cielo: ¡Paz! ¡Paz! ¡Paz!"

 

En la Carta Encíclica Pacem in Terris de 1963, el Papa Roncalli recordaba entonces que "el ser humano vive en la pesadilla de un huracán que puede estallar en cualquier momento con una fuerza inimaginable".

 

Pablo VI: La energía nuclear, la amenaza más formidable

Fecha alentadora, pero no decisiva, como el 1 de julio de 1968. Se aprueba el Tratado de No Proliferación Nuclear. Unos días antes, el 24 de junio de 1968, Pablo VI reiteró la urgencia de "poner fin a la carrera armamentística nuclear". "Sabemos que el acuerdo, en opinión de muchos, tiene muchas limitaciones en sí mismo, que impiden que algunos gobiernos le den su apoyo incondicional. Pero esto, reconoce, sigue siendo un primer paso indispensable para dar nuevos pasos en el campo del desarme.

 

Juan Pablo II: es necesario un cambio moral

El mundo y su frágil equilibrio pueden ser puestos patas arriba, para siempre y en un instante, por las armas atómicas. En 1980, el Papa Juan Pablo II, dirigiéndose a la UNESCO, recordó que "las razones geopolíticas, los problemas económicos mundiales, las terribles incomprensiones, el orgullo nacional herido, el materialismo y el declive de los valores morales han llevado a nuestro mundo a una situación de inestabilidad, a un frágil equilibrio". Un año más tarde, el 25 de febrero de 1981, el Papa Wojtyla observó que "nuestro futuro depende de un factor: la humanidad debe llevar a cabo un levantamiento moral".

 

Benedicto XVI: La paz se basa en la confianza

La perspectiva de los gobiernos que miden su fuerza y seguridad en función de las armas atómicas es "fatal" y "espuria". Por el contrario, es el camino hacia el desarme que el mundo debe seguir. Benedicto XVI también ha subrayado en varias ocasiones que las armas nucleares condicionan el futuro de la humanidad. En la Audiencia General del 5 de mayo de 2010, subrayó que "el proceso hacia un desarme nuclear concertado y seguro está estrechamente vinculado al cumplimiento pleno y rápido de los compromisos internacionales pertinentes". En efecto, la paz se basa en la confianza y el respeto de las obligaciones contraídas, y no sólo en el equilibrio de fuerzas".

 

Francisco: el uso y la posesión de armas atómicas es inmoral

Siguiendo los pasos de sus predecesores, el Papa Francisco también señala repetidamente el camino del desarme. Durante su viaje apostólico a Japón, con motivo de su discurso en el Memorial de la Paz en Hiroshima el 24 de noviembre de 2019, subrayó que "el uso de la energía atómica con fines bélicos es inmoral, al igual que lo es la posesión de armas atómicas".  A continuación, se pregunta: "¿Cómo podemos hablar de paz mientras construimos nuevas y formidables armas de guerra?" Una pregunta que aún hoy, a pesar de los trágicos días de Hiroshima y Nagasaki, sigue cuestionando al hombre y a su conciencia. Tan trágica como la imagen de una foto tomada en 1945, que François había reproducido en un mapa: un niño de 10 años llevando sobre sus hombros el cadáver de su hermano pequeño muerto tras la explosión de la bomba atómica en Nagasaki.

 

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