Octubre 2021

 

ENCUENTRO, ESCUCHA Y DISCERNIMIENTO: FRANCISCO DA EL PISTOLETAZO

DE SALIDA AL SÍNODO

Tras un momento de reflexión el sábado en el Aula del Sínodo con 300 participantes de todo el mundo, el Papa Francisco presidió el domingo la misa de apertura del viaje sinodal sobre la sinodalidad en la Basílica de San Pedro.

"Los Evangelios nos muestran a menudo a Jesús en el camino, caminando junto al hombre, escuchando las preguntas que habitan y mueven su corazón", explicó Francisco en su homilía, comentando el Evangelio del día, que narra el encuentro de Jesús con el joven rico. Esta historia revela que "Dios no vive en lugares tranquilos y asépticos, alejados de la realidad, sino que camina con nosotros y nos encuentra donde estamos, en los caminos a menudo difíciles de la vida".

Por ello, el Papa invitó a cada actor de la vida de la Iglesia, incluido él mismo, a preguntarse si está "caminando por la historia y compartiendo los desafíos de la humanidad", o si se deja vencer por las tentaciones del retraimiento, las rutinas y las costumbres.

"Hacer el Sínodo" significa caminar por el mismo camino, juntos. Veamos a Jesús en el camino, que primero se encuentra con el hombre rico, luego escucha sus preguntas y, finalmente, le ayuda a discernir qué hacer para tener vida eterna. Francisco articuló así su homilía en torno a estos tres verbos: "Conocer, escuchar, discernir".

Disponibilidad para reunirse
En primer lugar, por tanto, el encuentro: cuando se encontró con el joven rico, "el Señor no se mantuvo a distancia, no se mostró molesto ni turbado; al contrario, se detuvo con él. Está disponible para el encuentro. Nada le deja indiferente, todo le fascina. Encontrarse con los rostros, encontrarse con los ojos, compartir la historia de cada persona: esta es la cercanía de Jesús", subrayó el Papa, señalando que "Jesús no tenía prisa, ¡no miraba el reloj! Siempre estaba al servicio de la persona que se encontraba con él".

El reto del Sínodo no es, por tanto, "organizar eventos" o "reflexionar sobre los problemas en teoría", sino cultivar "el arte del encuentro" tomándose "el tiempo para encontrarse con el Señor", y fomentando el encuentro entre nosotros. "Todo encuentro, como sabemos, requiere apertura, valentía y voluntad de dejarse interpelar por el rostro y la historia del otro. Aunque a veces prefiramos refugiarnos en las relaciones formales o llevar una máscara de circunstancias, el encuentro nos transforma y a menudo nos sugiere nuevos caminos que no habíamos imaginado tomar. A menudo es así como Dios nos muestra el camino a seguir, sacándonos de nuestras cansadas rutinas. Todo cambia cuando somos capaces de tener encuentros reales con él y con los demás. Sin formalismos, sin pretextos, sin cálculos", insistió el Papa Francisco.

El valor de escuchar con el corazón
El Papa insistió entonces en la importancia de escuchar sin ser formal ni superficial. Ante las preguntas del joven rico, Jesús "no da una respuesta 'ritual', no ofrece una solución prefabricada, no pretende responder amablemente para librarse de él y continuar su camino. Él escucha. Jesús no tiene miedo de escuchar con el corazón, y no sólo con los oídos", "Cuando escuchamos con el corazón, esto es lo que ocurre: la otra persona se siente acogida, no juzgada, libre de contar su experiencia y su camino espiritual.

Por ello, Francisco nos invita a preguntarnos: "¿Permitimos que las personas se expresen, que caminen en la fe, aunque tengan trayectorias vitales difíciles, que contribuyan a la vida de la comunidad sin que se les impida, rechace o juzgue?" El Papa reconoció que la escucha "es un ejercicio lento, que puede ser laborioso, de aprender a escucharse unos a otros -obispos, sacerdotes, religiosos y laicos- evitando respuestas artificiales y superficiales." Pero ante el sufrimiento de nuestros contemporáneos, Francisco ha insistido en que la indiferencia es la peor actitud. "No insonoricemos nuestros corazones, no nos blindemos en nuestras certezas. Las certezas a menudo nos encierran. Escuchémonos a nosotros mismos", insistió.

Discernimiento, para dejar espacio a Dios
"El Evangelio de hoy nos muestra que Jesús sabe que el hombre que tiene delante es bueno y religioso, que practica los mandamientos, pero quiere llevarle más allá de la simple observancia de los preceptos. En el diálogo, le ayuda a discernir", explicó Francisco, retomando este tema del discernimiento, central en la espiritualidad jesuita y en su pontificado. "Se propone mirar en lo más profundo de sí mismo, a la luz del amor con el que Jesús, fijando su mirada en él, le ama, y discernir, a esta luz, a qué está realmente apegado su corazón. Así descubre que su bien no consiste en añadir otros actos religiosos sino, por el contrario, en vaciarse: vender lo que ocupa su corazón para dejar espacio a Dios."

Por tanto, el Sínodo es ante todo "un camino de discernimiento espiritual, que se hace en la adoración, en la oración, en el contacto con la Palabra de Dios". No se trata de "una convención eclesial, una conferencia de estudio o un congreso político, sino de un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación dirigido por el Espíritu Santo". En estos días, Jesús nos llama, como hizo con el rico en el Evangelio, a vaciarnos, a liberarnos de lo mundano, y también de nuestras cerrazones y patrones pastorales repetitivos. Nos llama a preguntarnos qué quiere decirnos Dios en este tiempo, y en qué dirección quiere llevarnos".

"Que seamos peregrinos enamorados del Evangelio, abiertos a las sorpresas del Espíritu. No perdamos las oportunidades de gracia del encuentro, de la escucha mutua, del discernimiento. Con la alegría de saber que mientras buscamos al Señor, es él, el primero, quien sale a nuestro encuentro con amor", concluyó el Santo Padre.

Al final de la misa, el Papa bendijo simbólicamente a varios fieles laicos de todo el mundo, en representación del Pueblo de Dios, que estarán directamente implicados en este viaje sinodal de dos años. Después de esta misa de apertura en Roma, el próximo fin de semana tendrá lugar otra celebración de lanzamiento en todas las diócesis del mundo, la primera etapa de este Sínodo en un nuevo formato, en el que todos los creyentes y todas las personas de buena voluntad están invitados a participar.

 

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